viernes, 16 de noviembre de 2012

Decimoquinto vuelo: Amor de papel, parte 2

Pero ¿Por qué se había enamorado de él ahora si lo conocía desde hace dos años? Su teoría era que antes sólo había visto su parte exterior, ni siquiera se había fijado en él. Pero al verlo sin adornos y al ver tan sólo un poco de su alma se había dado cuenta de que ahí estaba la persona que encajaba perfectamente con ella, él era una parte de sí misma que ni tenía ni conocía.. Simplemente había encontrado la pieza que faltaba. No sabía de que color era, sólo había distinguido su forma. Ahora quería saber su color.

El problema es que las piezas pueden encajar en varios huecos y además, ella acababa de encontrar su pieza y ya se le había roto el rompecabezas. Por esa razón iba todos los días al trabajo expectante para que cuando él llegara volviese a no sentir nada y se alegrara de que todo fue una tremenda pesadilla. Pero la pesadilla continuaba, así que decidió esperar y no hacer nada al respecto. Entonces los días pasaron y pasaron hasta que un día, al salir del trabajo (las costureras terminaban de trabajar cada una a una hora, cuando acababan los tejidos que les asignaban al día), él la estaba esperando. La esperaba para entregarle una rosa negra.
-Gracias- dijo ella. Dos amplias sonrisas y se fue.

Como su vida estaba acabada lo único que la hacía sentirse viva era proteger las vidas de los demás, en la medida de sus posibilidades, para que no quedasen machacadas como la suya. A veces por ello era recompensada, recibía el aprecio que ella misma no se tenía y los ánimos que ella no se daba. Eso fue lo que permitió el desarrollo de ésta historia.

Entre esas personas estaban las de su familia, y entre las personas de su familia estaba su abuela. Una vez, su abuela, agradecida a su nieta (pues ella le dedicaba sus escasas sonrisas, hablaba con ella y la quería) le regaló un gran libro. Era un libro de papiroflexia oriental (en japonés, origami). Supongo que casi todo el mundo lo sabe, la papiroflexia consiste en doblar una y otra vez el papel hasta conseguir una figura.

Cuando su abuela le regaló el libro se alegró muchísimo de su hermoso regalo puesto que le encantaban los libros y las manualidades. De ahí su afán por dedicarse a diseñar y al final había acabado como una humilde costurera. Todos sus diseños quedaban denegados por su jefa, quizá al fin y al cabo el diseño no fuese lo suyo.

Volviendo a la papiroflexia, a partir de ese día aprendió algo nuevo. Puede que doblar un papel parezca ser fácil e insignificante, pero realmente no lo es, aparte de que no sólo se trata de eso.

Empezó por la primera página, una pajarita, la clásica figura básica. Cuando logró hacer una, se dedicó a repetirla de varios tamaños y colores. Acto seguido las colgó de un hilo a cada pajarita en las habitaciones de sus hermanas. La pequeña se mostró encantada con el detalle, la grande creyó que se había vuelto loca y la mediana pensó que una pajarita era demasiado infantil para su cuarto. Al final, todas las pajaritas acabaron en el cuarto de la pequeña.

La siguiente figura que voló en la habitación de la niña fue un avión con estrellas dibujadas. Para ser el primer avión había quedado muy bonito, pero eso no pareció bastarle a la pequeña porque al avión le faltaba algo imprescindible. No eran las alas, sino un mensaje.
-¿Para que va a viajar tanto si no lleva nada?- decía su decepcionada hermanita. Para satisfacer a su hermana escribió una frase en el avión: "Hoy es el primer día del resto de tu vida"
-¿Y qué significa eso?- preguntó la niña.
-Que hoy ha cambiado algo en nuestras vidas.
-¿Qué ha cambiado?
-Se hacer aviones de papel y... y... has crecido un poquito.
-¡¿En serio?!- y corrió a mirarse el espejo. Al llegar puso una cara extrañada porque ella no se veía más grande.
-No te mires más al espejo, los espejos no son sinceros. Las personas no crecen realmente porque sean más altas, hermanita, crecen si han aprendido algo más en el día. Hasta la abuela crece.

Al día siguiente una pajarita se escapó por la ventana y acabó en un charco. La hermanita lamentó su pérdida y mostró a su hermana mayor, a ella, la pobre pajarita destrozada. Ella pensó que todo acababa así. Todo lo bello acababa destrozado: las cosas inocentes, alegres, bondadosas. Con su vida había pasado igual, pensaba, por culpa del amor. Su amor, que era tan frágil como una linda figura de papel. Hoy que estaba rebosante de hermosura y fuerza, mañana estaría destrozado por los elementos del mundo. Su amor era un amor de papel.





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