martes, 25 de marzo de 2014

La caja de tizas

No podemos jugar a la rayuela porque no se abre la caja de tizas d colores. Somos niños y no tenemos fuerza ¡Qué pena! Había tantos colores... Rojo, blanco, amarillo, azul... Hubiesen sido como fuegos artificiales, como flores.

Ya no podremos ir al cielo ni al infierno. Sin tizas no hay rayuela, sin colores ya no somos niños, sólo una extraña materia gris, blanca y negra. Tampoco existen los números: Ni el soldado, ni el patito, ni la serpiente, ni la silla. Sólo hay una acera llena de vacío, sin un camino.

Sin tizas nos aburrimos. Nos sentamos en los escalones y suspiramos hasta que vengan nuestros padres y nos tiren de la mano cada uno a su casa, calabaza, mientras nos miramos.

No podemos jugar, competir, soñar con llegar al cielo hasta que no se abra la caja de tizas. No nos cansaremos, volveremos tan despiertos como vinimos, con la caja cerrada, y dormiremos forzados a que llegue otro día.