domingo, 4 de noviembre de 2012

decimocuarto vuelo: Amor de papel, parte 1

Había poca gente que realmente la conociera. Quizá se había equivocado de siglo, o de década. Quizá tuviese algún motivo para no desvelar sus secretos. Quizá fuese una desgraciada. REPRESIÓN, SOCIEDAD, COBARDÍA, BAJA AUTOESTIMA, esa era la respuesta. Él era una persona complicada, quizá tenía una doble personalidad, era una persona agradable, quizá pensativa. No aprobaba la mala sociedad, la obsesión materialista, era libre. Quizá se había pasado de siglo, quizá había acertado de lleno.Pero... ¿quien era ella? Y lo más importante, ¿Quién era él?

Ella, para qué mencionar su nombre, nadie la llamaba así, sólo una minoría aplastada por la mayoría. Él, en cambio tenía un nombre al que nombraban, es una pena que no consiga recordarlo, tan sólo su bonito significado.

Ella era una simple chica con dos vidas: la vida del deber y la vida de la felicidad. Por supuesto, la vida del deber devoraba a la vida de la felicidad, se imponía junto con la sociedad. Iba todos los días a tejer y tejer y tejer y tejer mientras soportaba las retahílas monótonas que le dictaba la radio a la cual escuchaban todas en su rutina matutina. Permanecía callada intentando ignorar las charlas inservibles de sus compañeras. Otras víctimas de la sociedad, pero de otro modo muy distinto al de ella. Podréis ascender si trabajáis, pero era mentira, eso era lo que ella y las demás tenían en común, una triste esperanza. Se asomaba la tormenta de la vida, una mejoría que sólo se espera, sueños rotos desde un principio. La diferencia era que ella lo sabía y no intentaba ocultarlo o ser optimista, las demás no. Cada vez era más duro soportarlo, saber que el trabajo sólo servía para no morir de hambre, al menos de momento. Luego el descanso, sonrisas y risas para alguien a quien quería, pues sus sonrisas sólo era para quien apreciaba y sus grandes sonrisas para quien quería de verdad. Luego otra vez lo más duro: un camino mudo y sordo a casa hasta que por fin llegaba a su pobre pero alegre morada.

Hasta aquí he descrito su trabajo, ahora llegó el momento de describir su fuente permanente de felicidad. Porque ella en realidad tenía una parte feliz, solo que era tan lejana y tan privada que nadie lo sabía o simplemente nadie se había percatado de ello. El ánimo de la más pequeña, la calidez de su madre, las muy ocasionales bromas de su padre, la diversión de la mediana y la bondad de la mayor. Claro que algún día todas tendrían un camino, otra casa y otras personas, todas excepto ella, que se marcharía por marcharse a cualquier casa fría, sin la compañía de nadie y por si fuera poco el trabajo cada vez exigía más horas, por lo que no podía aprovechar el tiempo que le quedaba de felicidad junto a su familia. En otro de los bloques de su vida también influía ésto, porque no podía dedicar apenas unas horas a sus sueños, a sus aficiones, a lo que amaba hacer.

En cambio el tiempo no influía en sus amistades, pues las que tenía o estaban muy lejos o se veían en pocas ocasiones. ¿Para qué verse? No había nada que mereciera la pena contar, ninguna novedad que no fuese una desgracia más del mundo.

Trabajo, familia, amigos, sueños y pasiones son los principales pilares de la vida de una persona. Ya os he mencionado todos excepto sus pasiones. Así que ¿Qué hay de ellas?

A ella le gustaba dedicarse a todo, no había ninguna materia ni ningún arte que adorara en particular. La única pasión que ella tenía era él.

Todo comenzó a la salida de un duro día de trabajo, hace dos años. Ella ya le conocía, pero ese día fue cuando sus vidas se conectaron. Todo comenzó cuando unas pisadas llamaron su curiosidad. Unas pisadas recientes la llevaron hacia él, el hijo de su jefa, un chico mimado, educado, superior a ella en fortuna y clase, inteligente y seductor como nadie. Se extrañó al verlo agachado con ropa de campo en... el campo, claro.

Sus manos que antes eran relucientes se mostraban llenas de barro, sus delicados brazos tan blancos hace un momento estaban destrozados con rasguños y sangre, su perfecto rostro tenía tierra porque se había restregado al lado de un ojo, su espléndido cabello tan repeinado usualmente,ahora estaban enmarañados. Y ahí estaba, agachado y tan tranquilo como si nada.

-¡Dios mío! ¡¿Qué has hecho?!- dio un respingo.

-¡Tú! Sssh, no armemos escándalo.
-Tu madre te va a matar.
-No,no se va a enterar a no ser que se lo cuente un pajarito.
-De acuerdo, pero ¿Se puede saber qué haces?
-Mira ¿No es increíble? Es la rosa más oscura que he visto en mi vida- Tenía un color casi negro.
-¡Vaya, una rosa negra! Y te has subido al limonero para cogerla y entonces te has arañado el brazo.
-No ha sido exactamente así, me he caído del árbol- Rieron juntos. Entonces le miró y se dio cuenta de que estaba temblando, pero no de frío. Sus fuertes latidos salieron a la luz después de mucho tiempo. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo terrible: Sentía algo muy profundo por él y era el hijo de su jefa. Si todo seguía así su historia se iba a convertir en una historia de amor imposible.

Esa tarde charlaron durante un rato sobre la afición de él a las plantas y su colección de flores secas.
-Si encuentro otra rosa negra te la regalaré- Ella no le respondió ni sí ni no. Luego ella se despidió.

Cuando llegó a casa se encerró en su cuarto y lloró hasta que decidió que no había más remedio que afrontar el nuevo suceso. Su vida que ayer era tan fácil, hoy se había convertido en un torbellino cambiante.

La próxima vez que lo vio él iba al taller de costura para darle alguna noticia a su madre como de costumbre. No pudo ocultar una mirada de miel, una mirada dulce. Todo seguía igual, sus manos difícilmente podían coser de lo nerviosa que se había puesto debido a su presencia. Miles de aguijones surcaban su piel porque nunca podría salir a la luz lo que ella sentía y mucho menos funcionar ¿Qué diría la gente? ¿Qué diría su propia madre? Su jefa la pondría de patitas en la calle, su padre le prohibiría verle. Ni aunque se diera la remota posibilidad de que él la quisiera. Bueno ¿Y en secreto? No, seguramente tenía novia, ella sería una más a la que había conquistado sin quererlo. Además ¿Qué tenía ella para que alguien pudiese amarla? Estaba más que claro, más que el agua y el cristal, que estaba condenada a sufrir por ese maldito amor ¿Por qué tuvo que seguir las pisadas?



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