lunes, 30 de septiembre de 2013

Imposible

Cuando se nombró lo imposible los vasos perdieron su brillo tal y como los ojos que los miraban. Imposible, y el aire de los suspiros alteraban el dulce sabor de los tés. Imposible, los andares lentos, la mecedora balanceándose, las pesadillas sentadas en la cama esperando.

Imposible en la tele, en el rugido de las olas, en los días, en las palabras... Eco hacía que retumbara dicha palabra de forma paranoica hasta que los sueños calmaban todo a su paso reproduciendo los deseos más desesperados. Eran un edén al que se volvía cada noche para correr y abrazar la felicidad bruscamente apretándola contra ti hasta que te arrastraban al desvelo y ella desaparecía. Se burlaban los sueños sonriendo con estrellas en los ojos.

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